Novena Santa Lucía
Novena a Santa Lucía
Esta novena se puede realizar en cualquier momento del año, pero se
aconseja empezarla el día 5 de diciembre hasta el 13 (día de la Santa).
Para realizarla deberemos conseguir una imagen suya o un altar, y
puestos de rodillas persignarse y hacer un acto de contrición. A
continuación se deberán rezar las dos oraciones preparatorias
(primeras) a Dios y a Santa Lucía y seguidamente rezar 3 Padre Nuestros
y 3 Avemarías. Seguidamente rezar la oración correspondiente al día de
la novena.
Realizar las peticiones y súplicas, y terminar rezando la oración especial de Nuestro Señor Jesucristo.
Durante la novena se deberá acudir algún día a confesarse y comulgar (preferentemente el primer día).
ORACIÓN AL ETERNO PADRE PARA TODOS LOS DÍAS
Dios mío y amorosísimo Padre mío, que por sola
vuestra bondad infinita, criasteis en el principio del mundo los cielos y
la tierra, haciéndolo todo de la nada; Vos, Señor, que con suma
sabiduría lo gobernáis todo, y con admirable providencia lo ordenáis
del modo más conducente a vuestra honra y gloria: suplíco, Señor,
penetréis mi corazón con un rayo de vocación verdadera para hacer esta
novena, y que me enseñéis, corno sapientísirno Maestro, a pedir aquello
que más me convenga para la salud espiritual de mi alma, disponiéndolo
todo a mayor servicio vuestro, que así lo espero alcanzar de vuestra
bondad y misericordia infinita. Amén.
ORACIÓN A SANTA LUCÍA PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosa Virgen y Mártir Santa Lucía, a quien
previno el Señor desde la tierna infancia con las bendiciones de su
gracia, eligiéndoos el Eterno Padre por digna hija suya, el Hijo
soberano por esposa amada, y el Espíritu divino por su agradable
habitación, suplico Santa mía me alcancéis de la beatísima Trinidad
un fervor devoto, para celebrar esta novena en honor vuestro, y que así
como vuestra dichosa alma empezó a servir a Dios, inflamada de los
ardores de su amor, no desistiendo de tan noble empeño, hasta llegar a
poseerle laureada de las dos coronas de virgen y mártir, así consiga
yo, mediante vuestra intercesión poderosa, un verdadero amor suyo para
que amándole y sirviéndole en esta vida, logre después verle y gozarle
en la eterna bienaventuranza. Amén.
Día primero
ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR
Misericordiosísimo Padre Eterno, fuente perenne de
donde bajan infinitos arroyos de piedades, con que se riega la tierra
estéril de los humanos corazones, y de cuya liberal mano desciende a
este valle de lágrimas todo lo bueno, acordaos, Señor, de que por el
grande amor que nos tenéis, permitís que os invoquemos con el dulce
nombre de Padre; y que así, mirándonos como hijos, olvidado de nuestras
ingratitudes, se mueve vuestra piedad a socorrernos; y pasando
adelante vuestro amor, nos mandáis, por boca de vuestro preciosísimo
Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que llamemos a las puertas de la
misericordia, empeñando al mismo tiempo vuestra divina palabra de
abrirlas, y concedernos cuanto os pidamos dignamente. Así os suplico,
Dios mío, me otorguéis la gracia que pido en esta novena, a mayor honra
y gloria vuestra. Amén.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh piadosa Virgen y Mártir Santa Lucía,
cuya vida inocentísima fue toda una vida hostia, ofrecida en holocausto
al verdadero Dios, padeciendo por su amor divino los más crueles
tormentos que inventó la rabia de los tiranos, hasta dar el último
aliento a los filos de una espada; alcanzadme, Santa mía que imitando
vuestra piedad, sepa ofrecer al Señor en recompensa de mis culpas
cualquier trabajo, contratiempo y persecución que padezca. Asimismo
espero conseguir me alcanzaréis la gracia que pido en esta novena, si
es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien espiritual de mi
alma. Amén.
Ahora levantando el corazón a Jesús se le pide con
humildad y confianza, mediante los méritos de la Santa, la gracia que se
desea alcanzar.
(Realizar la súplica y la oración final)
Día segundo
ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR
Eterno Dios, que para dar a los hombres un espejo de
humildad, enviasteis al mundo a vuestro unigénito Hijo, vestido con el
ropaje de esclavo, siendo Rey de los reyes y Señor de los señores,
concededme, Dios mío, me vea con los ojos de la meditación en el terso
cristal de sus virtudes, donde en cada una hallaré muchos ejemplos de
humildad que imitar, y a cuya vista conoceré mi pequeñez. Polvo soy,
Señor, de polvo es mi principio y en polvo me he de volver; no
permitáis que este vil polvo se levante, movido del viento de la vanidad
y amor propio para cegarme los ojos del entendimiento, persuadiéndome
que soy algo, cuando nada soy en la realidad. Concededme: además, la
gracia que os suplico en esta novena, y el que llegue a conocerme, para
que me anonade y humille. Amén.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh cándida Virgen y Mártir, Santa Lucía, encendida rosa de
caridad, cuya perfecta virtud mostrasteis, cuando habiendo ido a la
ciudad de Catania, a pedir en el sepulcro de la bien aventurada Santa
Agueda, la salud de vuestra enferma madre, se os apareció la gloriosa
virgen, y os dio amorosa queja, de que por su intercesión pedíais la
gracia que vos misma podíais alcanzar. La humildad, oh Santa mía, no os
dejaba vieseis vuestro poder para con el Autor de la salud, y minoraba
vuestros méritos en su presencia. Alcanzadme, pues tan poderoso sois
con el Señor, un verdadero conocimiento de mi pequeñez, con el que vea
humildemente lo frágil de mi ser, lo dudoso de mi vida y lo cierto de
mi muerte, para que no apetezca las vanas estimaciones del mundo, antes
bien solicite sus desprecios; y asimismo facilitadme la gracia que os
pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y
bien de mi alma. Amén.
Día tercero
ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR
Generoso Padre mío, de cuya liberalidad son testigos
infalibles los cielos y la tierra, y cuanto en ellos resplandece, pues
todo nos lo dais del tesoro de vuestras riquezas; concededme Señor,
que imitando esta generosidad, reparta con mis prójimos los bienes que
tengo, y apartad de mi corazón el desordenado apetito de las temporales
riquezas, que insensiblemente arrastran los sentidos con su mentida
hermosura. No permitáis, Dios mío, reine en mi alma la abominable peste
de la avaricia: antes bien que, despreciando todos los bienes caducos y
perecederos, sólo apetezca los eternos de vuestra gloria. Concededme
también la gracia que os pido en esta novena, y la pobreza de espíritu,
con que no solicite cosa de esta vida. Amén.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh humilde Virgen y Mártir Santa Lucía,
paraíso ameno de las delicias del Señor, que despreciando generosamente
las riquezas de esta vida, con liberal desasimiento suplicasteis a
vuestra madre que, en recompensa de la salud que le habías alcanzado del
Altísimo, diese a los pobres cuanto os pudiese pertenecer por razón de
dote; quedando vuestra alma rica, habiendo logrado la preciosa gala de
la liberalidad, para celebrar desposorios castísimos con Jesucristo,
Señor nuestro. Alcanzadme, Santa mía, un corazón desasido de los bienes
perecederos, y que arranque de él todo amor y deseo, como espinas y
abrojos que impiden que mi alma produzca sazonados frutos de virtudes.
Asimismo conseguidme la gracia que os pido en esta novena a mayor honra
y gloria de Dios. Amén.
Día cuarto
ORACIÓN DEPRECATORIA Al SEÑOR
Omnipotente Dios, que criasteis al hombre para
sentarlo a vuestra mesa, ofreciéndole los sabrosos manjares de la
gloria, y convidándole con las dulzuras de las espirituales delicias;
Vos, Señor, que con sabiduría infinita nos hicisteis un medio entre los
ángeles y los brutos, formándonos de cuerpo terreno y de espiritual
alma; concededme, Dios mío, la virtud de la templanza, para que
contentándome con el preciso alimento, no apetezca lo superfluo,
llegando por este vicio a poder asimilarme con los mas estólidos
irracionales, habiéndome dado un alma tan noble, que es capaz de
espirituales operaciones, y de lograr los regalos de la vida eterna. En
el ínterin os suplico me otorguéis la gracia que os pido en esta
novena, si es para mayor honra y gloria vuestra. Amén.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh penitente Virgen y Mártir, Santa Lucía,
ameno campo, no de frutos terrestres y perecederos sino de celestiales
flores, que produjo en tu alma la virtud de la templanza, como se vio
claramente en tus continuos ayunos, abstinencias y vigilias. Oh fragante
rosa, que conservasteis la más singular hermosura, no por el jugo que
recibíais de la tierra, sino por el rocío de la gracia que en vos
destilaba el Cielo; alcanzadme, Santa mía, hambre y sed de los manjares
de la gloria, un espiritual apetito de las celestiales viandas, y un
eficaz deseo de sustentarme en aquella celestial mesa, para que a su
vista me cause hastío la bajeza de los deleites de la gula, y
abominándolos los desprecie como principio de nuestra perdición, pues
por ellos, fuimos justamente desterrados del Paraíso. También os suplico
me impetréis la gracia que pido en esta novena, a mayor honra y gloria
de vuestro querido y amado esposo Jesús. Amén.
Día quinto
ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR
Divino Señor y criador mío, tan amante de la
castidad, que a sus amadores concedéis plaza en las escuadras
angélicas, haciendo coro con estos celestiales espíritus; dadme, Dios
mío, a conocer la nobleza y hermosura de esta virtud, para que
enamorados mis sentidos y potencias de su belleza, no pierdan la
modestia y recato necesarios para conservarla, antes bien cerrados con
la llave de vuestro santo temor, preserven mi alma pura y limpia de
todo apetito sensual, cuyo fiero huracán ha derribado los más alto
cedros de santidad. Otorgadme además Señor, la gracia que os pido en
esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh casta Virgen y Mártir, Santa Lucía,
blanca y cándida azucena, cuyos armiños no pudo manchar toda la malicia
del demonio, induciendo al juez Pascasio os llevaran al lugar público
pecaminoso, donde fuese amancillada vuestra pureza; lo que no consintió
vuestro Esposo, haciendo milagrosamente que ni las fuerzas de los
verdugos, ni la violencia de forzudos bueyes, pudiesen moveros de la
tierra que pisabais. Alcanzadme, oh Santa mía, persevere yo inmóvil en
la virtud de castidad, y que no prevalezcan contra mi, ni las
asechanzas del enemigo común, ni las tentaciones sino que resistiendo
animosamente salga victorioso de todas ellas. También os suplico me
alcancéis la gracia que os pido en esta novena, a mayor honra y gloria
del Señor. Amén.
Día sexto
ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR
Pacientísimo Dios mío, ¡cuántas veces mis pecados
han irritado vuestra infinita justicia! pero vuestra infinita
misericordia os ha quitado siempre de las manos la espada, que yo mismo
había puesto en ellas. Suplico, Señor, adornéis mi alma con la
preciosa joya de la paciencia; y si se alborotare contra mí el dilatado
y soberbio mar del mundo, acometiéndome con las olas de sus
persecuciones, conjurándose en perversas voluntades mis enemigos, dadme
paciencia, Señor, pues no tengo de qué quejarme si me ofenden,
acordándome de lo mucho que os he ofendido. Concededme, os ruego, la
gracia que pido en esta novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh paciente Virgen y Mártir, Santa Lucía, finísimo diamante de la
tolerancia como se vio en los crueles tormentos con que el juez
Pascasio intentó quebrantar vuestra fortaleza, logrando sólo que se
descubriesen los preciosos quilates de vuestra paciencia. Alcanzadme,
oh Santa mía, de vuestro querido Esposo, una perfecta tranquilidad, paz
y sosiego, para que no se levante en mi alma la furiosa borrasca de
odios, iras y deseos de venganza contra los que me ofenden, antes bien
les ofrezca gustoso la otra mejilla, como el Señor nos lo dejó
encomendado. Asimismo suplicadle me conceda la gracia que os pido en
esta novena a mayor honra y gloria suya. Amén.
Día séptimo
ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR
Sempiterno Dios y amantísimo Padre mío, cuyo amor
con el hombre es tan grande que os obligó a enviarnos a vuestro
unigénito Hijo y Señor nuestro para que nos redimiese de la potestad
del infierno, y nos enseñase el camino de la gloria; haced Señor, se
imprima en nuestros corazones una ardiente y fervorosa caridad, para
que amándonos unos a otros, seamos reputados por verdaderos discípulos
de Jesucristo; y apartad de mi corazón todo género de envidias del bien
de mis prójimos, no permitiendo que me entristezca por sus
felicidades. Llenadlos, Dios mío, a todos de bienes espirituales y
temporales, y concededme a mí la gracia que os pido en esta novena, a
mayor honra y gloria vuestra.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh amante Virgen y Mártir, Santa Lucía,
encendido clavel de caridad, cuya perfecta virtud os unió tan
estrechamente con Jesús, vuestro amado Esposo, que anhelabais padecer
por su amor los mayores tormentos; y así, cuando vuestro cuerpo fue
cercado de encendida leña, pez y resina ardiente, no permitió el Señor
que las llamas consumiesen vuestra vida, y en medio de la hoguera le
rogabais dulcemente por la salud espiritual de los mismos verdugos.
Alcanzadme, Santa mía, que imitándoos en la caridad, aunque me vea
rodeado de trabajos, contratiempos y persecuciones, no desfallezca en
amar y servir a mi Dios, antes en medio de las tribulaciones sepa
pedirle por los mismos que me ofenden. Conseguidme de su piedad
infinita la gracia que solícito en esta novena, mayor honra y gloria
suya. Amén.
Día octavo
ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR
Increado Padre mío, que habéis adornado al hombre de
un entendimiento para conoceros, de una voluntad para amaros y de una
memoria para acordarse de los beneficios que le hacéis, concediéndole
piadoso el tiempo de esta vida, para que lo emplease en vuestro santo
servicio: por lo que le ofrecéis en recompensa de sus trabajos
abundantes riquezas en la gloria: apartad, Señor, de mi corazón la
pereza que ha tantos años que lo posee, malogrando por mi flojedad y
tibieza uno y otro día, sin saber sí llegaré al de mañana. Dadme, Dios
mío, un espíritu pronto y fervoroso, con que no deje pasar un instante
que no lo emplee en agrado vuestro, ayudado de los fervores y auxilios
de vuestra gracia; y concededme lo que os pido en esta novena, a mayor
honra y gloria vuestra. Amén.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh laboriosa Virgen y Mártir Santa Lucía
que como oficiosa abeja, volando día y noche en las ramas del Líbano de
la Iglesia, hicisteis en vuestra alma un panal sabrosísimo de heroicas
virtudes, con que regalar a vuestro divino Esposo; y como fiel
gusanillo, con continuado trabajo, tejisteis en vuestro corazón la
preciosa tela de tan realzadas obras, que enamorado el mismo Dios, os
concedió la aureola del martirio, para que con los rubíes y corales que
vertió vuestra garganta a los filos de la espada, se aumentase el
valor de la vestidura de actos de amor, con que os adornabais.
Alcanzadme, Santa mía, sepa yo también ejercitarme toda mí vida en
servir y amar al Señor, y que por mi ociosidad y desidia no me parezca a
aquella viña sin fruto o higuera estéril que, como árboles inútiles,
fueron condenados al fuego eterno. Pedid también a Dios que me conceda
la gracia que solicito en esta novena, a mayor honra y gloria suya.
Amén.
Día noveno
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Dios inmenso, principio y fin de todas
las cosas, que por ser tan perfectas, publican ser obras dignas de
vuestro poder, resplandeciendo en ellas como en cristiano espejo
vuestros soberanos atributos de poderoso, por haberlo hecho todo de la
nada; de sapientísimo, por el orden admirable con que lo dispusisteis, y
de inmenso, por haberos comunicado a tanta criatura. Bendígante,
Señor, todas las obras de vuestras manos: alábente y glorifíquente por
tantos beneficios como de Vos reciben, y principalmente yo os doy
infinitas gracias, porque me habéis concedido empezar y concluir esta
novena, en que os he pedido las principales virtudes, para que adornada
de ellas mi alma, sea digna morada vuestra. Finalmente os ruego me
otorguéis la merced que solicito y el especialísimo don de la
perseverancia en el bien obrar, con que logre la corona que tenéis
ofrecida a los que perseveran en vuestro santo servicio hasta la
muerte. Amen.
ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA
Oh feliz Virgen Mártir Santa Lucía,
girasol amante del Sol de justicia que olvidada de la tierra que
habitabais, corristeis dichosamente a beber los rayos celestiales, sin
desviaros un paso de la perfección, por más estorbos que el enemigo
común solicitó poneros, peleando tan varonilmente que merecisteis las
dos aureolas de virgen y mártir; gózome, Santa mía, de que el coro de
los ángeles os recibiese, admirado de ver en una criatura vestida de
cuerpo y alma, aquella pureza propia de su espiritual naturaleza, de
que los mártires os diesen mil enhorabuenas por ver en su jerarquía
vuestro valor y constancia; de que las vírgenes cantasen a Dios nuevos
cánticos de alabanza, por veros en su compañía; y finalmente, de que
Jesús, vuestro amado dueño, os recibiese como a esposa. Y pues tan
poderosa sois con el Señor, espero de vuestro patrocinio me alcancéis
lo que pido en esta novena, con auxilios de gracia, para enmendarme y
perseverar hasta el fin de mi vida en servir y amar a Dios, y conseguir
después acompañaros en la gloria. Amén.
ORACIÓN FINAL A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (TODOS LOS DÍAS)
Señor mío Jesucristo, verdadero Dios y hombre, que
por solo vuestro infinito amor descendisteis del cielo a la tierra, y
os vestisteis el saco de la naturaleza humana en el purísimo vientre de
María Santísima, Madre y Señora nuestra, y compadecido de que el
enemigo común, como lobo carnicero, hubiese hecho presa en mi pobre
alma, padecisteis cruelísimos tormentos, hasta morir afrentosamente
clavado en un madero, resucitando glorioso al tercer día triunfando de
la muerte y del demonio. No permitáis, Señor que por mi fragilidad
vuelva yo a ser esclavo de tan fiero enemigo, antes bien dadme auxilios
de vuestra gracia para formar un acto de verdadera contrición, con que
me pese de haberos ofendido, sólo por ser Vos quien sois, con
propósito firme de no volver más a ofenderos: y concededme la petición
que hago en esta novena, y el perseverar en vuestro santo servicio
hasta el fin de mi vida, para que mi alma logre después veros y gozaros
por eternidades en la gloria, donde vives y reinas en unidad del Padre
y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.